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La pirita, disulfuro de hierro, es conocida como el oro de los necios.El problema de la pirita para los buscadores de tesoros es que relumbra como un brillo incluso más dorado que el oro verdadero. Ese brillo fenicio es el que ha atrapado a muchos aventureros y buscadores. Por eso a la pirita la llaman el "oro de los tontos".
Ahora la pirita podría ser más valiosa de lo que creíamos: es la primera vez que un grupo de investigadores ha logrado transforar eléctricamente un material completamente no magnético en uno magnético.
El sulfuro de hierro ofrecía la posibilidad de inducir eléctricamente el ferromagnetismo en un material completamente no magnético. El hallazgo podría ser el primer paso para crear nuevos materiales magnéticos valiosos para dispositivos de memoria de ordenador con mayor eficiencia energética.
En el estudio, los investigadores utilizaron una técnica llamada activación de electrolitos. Tomaron el material de sulfuro de hierro no magnético y lo pusieron en un dispositivo en contacto con una solución iónica o electrolito, comparable a Gatorade. Luego aplicaron tan solo 1 voltio (menos voltaje que una batería doméstica), movieron moléculas cargadas positivamente a la interfaz entre el electrolito y el sulfuro de hierro, e indujeron el magnetismo.
Según explica Chris Leighton. investigador principal del estudio y profesor en el Departamento de Ingeniería Química y Ciencia de Materiales de la Universidad de Minnesota, autor principal de este hallazgo:
La mayoría de las personas con conocimientos en magnetismo probablemente dirían que era imposible transformar eléctricamente un material no magnético en uno magnético. Sin embargo, cuando miramos un poco más profundo, vimos una ruta potencial y lo hicimos realidad.
Lo interesante también es que pudieron apagar el voltaje y devolver el material a su estado no magnético, lo que significa que pueden activar y desactivar el magnetismo de forma reversible.
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La noticia Por primera vez, transforman eléctricamente un material no magnético en uno magnético fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Las protestas no violentas tienen el doble de probabilidad de tener éxito que los conflictos armados, y solo que participe un mínimo del 3,5% de la población, se logrará el cambio al que se aspira.
El poder del pueblo, pues, puede ser profundamente antidemocrático cuando se basa en las protestas, las manifestaciones y las presiones: básicamente una minoría puede imponer su criterio a una mayoría.
Según un estudio que analiza el periodo 1900-2006, realizado por Erica Chenoweth, politóloga de la Universidad de Harvard, los movimientos no violentos consiguen el cambio político con el doble de frecuencia que los violentos (53% frente a 26%) y cuando consiguen implicar al 3,5% de la población no han fallado nunca en conseguir el cambio.
El estudio recopiló datos de 323 campañas violentas y no violentas. Y sus resultados, que fueron publicados en su libro Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict.
Ello confirma que la desobediencia civil no es solo una elección moral; también es la forma más poderosa de dar forma a la política mundial. La abolicionista afroamericana Sojourner Truth, la activista sufragista Susan B. Anthony, la activista por la independencia india Mahatma Gandhi y el activista estadounidense por los derechos civiles Martin Luther King son buenos ejemplos de ello.
Chenoweth argumenta que las campañas no violentas tienen más probabilidad de tener éxito porque pueden reclutar muchos más participantes de un grupo demográfico mucho más amplio, lo que puede causar graves trastornos que paralizan la vida urbana normal y el funcionamiento de la sociedad. Durante una protesta callejera pacífica de millones de personas, los miembros de las fuerzas de seguridad también pueden tener más probabilidades de temer que sus familiares o amigos estén entre la multitud, lo que significa que no pueden tomar medidas enérgicas contra el movimiento.
La campaña del Poder Popular contra el régimen de Marcos en Filipinas, por ejemplo, atrajo a dos millones de participantes en su apogeo, mientras que el levantamiento brasileño en 1984 y 1985 atrajo a un millón, y la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia en 1989 atrajo a 500.000 participantes.
Parecen cifras muy altas, pero porcentualmente son bajas. Tal nivel de participación activa probablemente significa que muchas más personas están tácitamente de acuerdo con la causa, pero eso tampoco lo sabemos. Quizá es un grupo muy motivado.
Esto tiene una parte buena y otra mala: si la lucha que se defiende ese tanto por ciento tan pequeño de personas es buena y justa, entonces parece positivo. Pero también podrían estar equivocados, o mal informados, o conducidos por el odio, la ceguera ideológica o cualquier otro sesgo. Afortunadamente, también hay que decirlo, a pesar de tener el doble de éxito que los conflictos violentos, la resistencia pacífica todavía fracasó el 47% del tiempo. Es decir, que solo tiene éxito la mitad de las veces. Otra cosa es averiguar si esa mitad es la buena o la mala.
Últimamente estamos viendo escraches a Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero. Jarabe democrático, lo llamaban ellos… antes de que les tocara tomárselo a la fuerza, claro. Los que ahora los consideran justos, antes los consideraban abominables, y viceversa. Porque a todos nos encantan las protestas, las manifestaciones multitudinarias y hasta el corte de calles o quema de containers si… vindican las ideas que nos gustan a nosotros. O fastidian al político que odiamos o consideramos al Mal encarnado.
Os hablo un poco más del problema de usar el cómputo de personas que participan en una manifestación, así como el ruido que hacen, para dirigir la política de un país (con todos sus derechos básicos garantizados) en el siguiente vídeo.
Sí, sé que ahora mismo estáis encendiendo las antorchas para venir a escrachearme a la puerta de Baker Café. Pero dadme un poco de tiempo, tomemos un café y charlemos:
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La noticia Basta con el 3,5 % de la población para conseguir un cambio social tan importante como expulsar a un tirano fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
El mejor lugar de la Tierra para instalar un telescopio ha sido identificado por investigadores de la Universidad de Columbia (UBC) Británica. El lugar de marras es la zona más alta de la meseta antártica.
Domo A es el nombre del punto más elevado de la meseta Antártica. Este domo de hielo se ubica a 1200 km de la costa más cercana, a mitad de camino del polo sur geográfico y las nacientes del colosal glaciar Lambert.
El domo A no es una montaña, sino que una planicie cuyo punto más alto se eleva a 4093 msnm. En realidad el domo A es la cumbre de la masa constituida por el casquete de hielo de la Antártida Oriental, debido a su elevación. Se considera que es el lugar naturalmente más frío de la superficie terrestre con temperaturas próximas a los -90 °C. El 10 de agosto de 2010 se registró allí una temperatura récord de -93,2 °C en una cresta entre los domos Argus y Fuji.
La combinación de gran altitud, baja temperatura, largos períodos de oscuridad continua y una atmósfera excepcionalmente estable, hace del Domo A un lugar muy atractivo para la astronomía óptica e infrarroja.
Actualmente, los observatorios de más alto rendimiento se encuentran en lugares de gran altitud a lo largo del ecuador (Chile y Hawai'i) y ofrecen vistas en el rango de 0,6 a 0,8 segundos de arco. En general, la Antártida tiene el potencial de ver mejor, debido a una turbulencia más débil en la atmósfera libre, con un rango estimado de 0,23 a 0,36 segundos de arco en un lugar llamado Domo C.
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La noticia Se localiza la vista nocturna más clara de las estrellas en la Tierra fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Un equipo de investigación la Agencia de Ciencia y Tecnología de la Tierra y el Mar de Japón (JAMSTEC) y la Escuela de Oceanografía de Graduados de la Universidad de Rhode Island ha reunido muestras de microbios del fondo marino de hasta 100 millones de años que han sido revivido, y se han multiplicado, en condiciones de laboratorio.
Las muestras fueron obtenidas en una expedición al Gyre del Pacífico Sur, según se publica en Nature Communications.
A bordo del buque de investigación JOIDES Resolution, el equipo perforó numerosos núcleos de sedimentos a 100 metros debajo del fondo marino y casi 6.000 metros debajo de la superficie del océano.
En el fondo marino, hay capas de sedimentos que consisten en nieve marina (desechos orgánicos continuamente provenientes de la superficie del mar), polvo y partículas transportadas por el viento y las corrientes oceánicas. Pequeñas formas de vida como los microbios quedan atrapados en este sedimento. Según explica el autor principal del estudio citado, Yuki Morono, científico principal de JAMSTEC:
Nuestra pregunta principal era si la vida podría existir en un ambiente con tal limitación de nutrientes o si se trataba de una zona sin vida. Y queríamos saber por cuánto tiempo los microbios podrían mantener su vida en una ausencia de alimentos.
Los resultados demostraron que, en lugar de ser restos de vida fosilizados, los microbios en el sedimento habían sobrevivido y eran capaces de crecer y dividirse.
Al principio era escéptico, pero descubrimos que hasta el 99,1% de los microbios en sedimentos depositados hace 101,5 millones de años todavía estaban vivos y listos para comer.
Lo más extraordinario de este estudio es que muestra que no hay límites para la vida en el viejo sedimento del océano, así que se podría aplicar un enfoque similar a otras preguntas sobre el pasado geológico. En definitiva, el subsuelo es una excelente ubicación para explorar los límites de la vida en la Tierra.
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La noticia Se logran revivir en laboratorio estos microbios de 100 millones de años fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
El cáncer se origina cuando las células comienzan a crecer sin control. Solo el cáncer mata a 10 millones de personas el mundo. Únicamente si el tabaco desapareciera del mundo, la mortalidad total por cáncer se reduciría de un 20 %: no en vano, un cigarro alberga un total de 72 sustancias carcinógenas.
Otros cánceres son fruto del estilo de vida, o de agresiones externas. Muchas de ellas procedentes de la propia naturaleza. Incluso de radiaciones tan «naturales» como las que proyecta el propio sol. Otros cánceres, no obstante, son fruto del azar, y pueden tocar incluso a niñas como Carmen Rodríguez.
El linfoma no Hodgkin (LNH) es un cáncer que comienza en los glóbulos blancos llamados linfocitos, que forman parte del sistema inmunitario del cuerpo, y es uno de los cánceres más comunes en la infancia. Como resultado, el linfoma puede originarse en muchas partes, incluyendo los ganglios linfáticos, la glándula timo, el bazo, el abdomen, el hígado, la médula ósea, la piel y los huesos.
Para la mayoría de las personas, la causa de LNH se desconoce. Generalmente, los linfomas infantiles son más agresivos, pero altamente tratables.
En Ausencia, el cáncer y yo, Carmen Rodríguez cuenta de primera mano lo que fue lidiar con ese tipo de cáncer durante su infancia:
Esta es la historia de una niña con cáncer y de Ausencia, su madre, cuyas vidas se ven interrumpidas a mediados de los años 80 y pasan de vivir en un barrio de provincia a un barrio periférico embutidos entre dos macrohospitales madrileños.
Ausencia, el cáncer y yo: 10 (Lienzos y Matraces)
Durante años, Carmen tuvo que aprender a convivir con la incertidumbre, el dolor, la muerte, los hospitales. No obstante, se enfrentó a todo ello con optimismo, si bien también en los libros halló cierto refugio. Todas esas lecturas le llenaron el zurrón de regalos: una manera particular de ver el mundo, propia de quienes han viajado mucho, así como una sensibilidad muy especial para captar la belleza incluso en las cosas más feas.
Con ecos de Planta 4ª, de Antonio Mercero, o Pulseras rojas, de Albert Espinosa, Carmen nos lleva al mundo donde convivió con el dolor y la alegría, la aceptación de la muerte y las ganas de vivir, mezclándo un tapiz de recuerdos aviñeteados como un patchwork el sabor de los yogures de coco marca Clesa, los libros de Puck y Los cinco, Naranjito, Pancho de Verano azul, El árbol de la ciencia de Baroja, Max Estrella del Callejón del Gato... todo ello siempre acompañada de Ausencia, su madre.
"La vida en el hospital no era para nada idílica, pero era la única que tenía y quería disfrutarla al máximo", empieza Carmen, y sin duda son los pilares maestros sobre los que sostendrá el resto de la narración; recordándonos que nunca se rendía, y que cada vez que bajaba al quirófano lo hacía como si "fuera a la guerra para derrocar al maligno".
Pero lo que hace especial al libro no es solo su capacidad de introducirnos en primera persona en la forma de afrontar un cáncer en una niña de la España de la década de los ochenta, sino también su lúcida capacidad para criticar a curanderos depravados y santos magufos (valga la redundancia), así como su respeto por la ciencia y el conocimiento como las más importantes herramientas para combatir, y quizá vencer algún día, al cáncer.
Sobre ello hace hincapié Sergio Castro, del blog y canal Profesor10demates, quien prologa el libro para recordarnos que las matemáticas constituyen un gran aliado para hacerlo, como también para enfrentarnos a tareas cotidianas como simplemente leer el periódico con sentido crítico, tal y como nos recordó otro matemático, John Allen Paulos.
Como epílogo, y también corolario, el volumen se completa con una entrevista a Luisma Escudero, profesor titular de la Universidad de Sevilla, biólogo del desarrollo de formación y biólogo computacional por vocación, que nos muestra cómo las matemáticas están jugando un papel crucial en el avance en los tratamientos contra el cáncer.
En definitiva, pues, estamos ante un libro no solo bien escrito, inspirador y emotivo, sino también frente a un texto de divulgación científica. Un raro, precioso híbrido de storytelling alfanumérico.
El beneficio integro de los autores irá destinado a la lucha contra al cáncer infantil.
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La noticia Libros que nos inspiran: 'Ausencia, el cáncer y yo', de Carmen Rodríguez y Sergio Castro fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Andre Geim y Konstantin Novoselov, científicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido), fueron distinguidos en 2010 con el Premio Nobel de Física "por sus experimentos fundamentales sobre el material bidimensional grafeno".
Desde entonces, el grafeno ha sido el material de moda, y el que mayores especulaciones ha suscitado, si bien ninguna se ha concretado a nivel comercial. Con todo, quizá Novoselov fue el que usó su propio descubrimiento de una forma ciertamente poética.
Novoselov no solo ha usado la tinta de grafeno en sus pinturas (es un gran artista en el campo de la pintura tradicional china) porque asegura que su color es difrente a la tinta convencional, sino que también usó grafeno para promocionar una galería de arte.
Uniendo sus esfuerzos a los de Cornelia Parker, una de las artistas más aclamadas de Gran Bretaña, concibió una exhibición para la apertura de la Galería de Arte Whitworth. El grafeno era el material que se había empleado para construir un sensor que activaría la exhibición; un sensor ultransensible que reaccionaba a la humedad, así que bastaba con que Konstantin le lanzara un poco de aliento para poner en marcha el espectáculo. Lo más llamativo, sin embargo, era la procedencia del grafeno: había sido obtenido mediante la exfoliación de grafito de un dibujo de William Blake.
También acabaron sacando grafito de los dibujos de otros artistas prominentes, como John Constable, Pablo Picasso, Joseph Mallord William Turner o Thomas Girtin. Finalmente, también extrajeron grafito de una carta escrita a lápiz por Ernest Rutherford, cuyo trabajo sobre estructura atómica fue pionero.
Apenas se extrajeron cantidades microscópicas (escamas de menos de 100 micrómetros) de cada uno de los dibujos, así que no estaban estropeándolos de ninguna forma que fuera visualmente perceptible. El grafito sustraído de las obras de arte era una mota tan diminuta que nadie sería capaz de detectar que faltaba.
La exhibición de fuegos artificiales había sido diseñada por Parker, quien había agregado trozos de hierro meteorítico procedentes de un meteorito de Arizona. Parker se había inspirado en el poema de Blake, América una profecía, de 1973, en el que escribió a propósito de “meteoros rojos” y “cometas errantes”. "De alguna manera esta exhibición de fuegos artificiales será una exhibición de fuegos artificiales blakeianos", señaló Parker.
Era como revivir los viejos dibujos de los viejos maestros y otorgarles una segunda vida en forma de espectáculo pirotécnico. Era una forma de mezclar arte y ciencia que le parecía profundamente poética. Pero también era una manera de llamar la atención del mundo, a través de luces y ruido, de que el grafeno podía cambiar gran parte de la tecnología que usábamos a diario.
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La noticia El día que el descubridor del grafeno realizó con un espectáculo de pirotecnica gracias a él fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Cada uno de nosotros, últimamente, a raíz de la Covid-19, escogemos al experto que dice lo que queremos oír. Repetimos lo que dice sin prestar tanta atención a lo que dice. Son opiniones de expertos pret a porter. Y eso es posible solo por una razón doble: los expertos se equivocan, y hay muchas cosas que no se saben y sobre las cuales se puede tener opiniones diversas.
¿Los expertos se equivocan? ¿Acaso no son expertos? Sí, pero las cosas no son tan sencillas.
Hay zafios doctos, ignorantes que se escudan en los títulos académicos pero que carecen de erudición verdadera por su falta de curiosidad y humildad y su estrechura de miras. También hay expertos cegados de ideología. Y otros expertos que han llegado donde están de formas que distan de ser meritocráticas.
Postulado por el catedrático de ciencias de la educación de la Universidad del Sur de California Laurence J. Peter, principio de Peter o principio de incompetencia de Peter afirma que las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, a tal punto que llegan a un puesto en el que no pueden formular ni siquiera los objetivos de un trabajo, y alcanzan su máximo nivel de incompetencia.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Yale comprobó este principio al estudiar más de cien empresas estadounidenses en las cuales los empleados que mejor desempeño tuvieron en su rol fueron promovidos a cargos de gerente. Y cuando sucedió este ascenso, esos jefes no fueron competentes en un rol de liderazgo.
Es decir, que uno puede ser bueno en una cosa específica, pero luego fracasa cuando le dan más responsabilidades. Esto también sucede porque hay muchos mecanismos de ascenso que poco o nada tienen que ver con la meritocracia: uno puede ascender por ser conformista (aquel que no cuestiona nada dentro de la empresa y asume el papel de mero ejecutor de lo que dicta la jerarquía), por deficiente latente (los que ascienden bien por razones de antigüedad en la compañía, bien por fidelidad y cierta resolución en el cargo anterior) y el mejor de todos: adular a los superiores, lamer culos.
Esto explica por cierto por qué hay muchas empresas, incluso grandes empresas o multinacionales, que parecen sostenerse apenas por un par de hilos. Que parecen castillos de naipes a punto de desplomarse con un soplido. He tenido la suerte o la desgracia de trabajar para muchas de esas empresas y verlas por dentro, y asustarme. Asustarme de verdad. Es como si no hubiera nadie al volante. Como si los que se dedican a contratar a profesionales solo acertaran de casualidad. Trabajadores random que solo tienen una neurona. Naturalmente, esto explica también la llamada Ley de Pareto: basta que al menos el 20 por ciento de los trabajadores desempeñen bien su trabajo para que la empresa no se vaya al garete aunque el 80 por ciento restante lo haga mal. Este princopio se puede encontrar en muchas otras organizaciones: por ejemplo, Wikipedia.
Philip Tetlock, el miembro más joven de un comité de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, emprendió en 1984 una investigación sobre los conocimientos y el juicio de los expertos. Durante 20 años, estudió a expertos (generalmente asesores en cuestiones políticas y económicas): politólogos, economistas, abogados, diplomáticos, etc. Había desde periodistas hasta profesores universitarios. Más de la mitad eran doctores.
El método de Tetlock para evaluar la calidad de las opiniones de estos expertos era pedirles que hicieran predicciones precisas y cuantificables (contestando entre unos y otros hasta un total de 27.450 preguntas) y luego esperar a ver si se cumplían. La cuestión es que rara vez se cumplían. Los expertos fallaban y su incapacidad de predecir el futuro era solo un síntoma más de su clamoroso fracaso a la hora de comprender plenamente las complejidades del presente.
La lección que debemos aprender de la investigación de Tetlock es que no deberíamos creer que los expertos siempre están seguros de lo que deben hacer (aunque lo parezca). Que los expertos saben más que nosotros, pero no mucho más. Y que los expertos aún ignoran mucho más de lo que admiten (sobre todo en el ámbito de las ciencias sociales). Lo más interesante para saber si debemos fiarnos más o menos de un experto, según lo que descubrió Tetlock, es que los expertos que más se equivocan reunen una o dos de las siguientes características:
Superpronosticadores: El arte y la ciencia de la predicción (ensayos)
En el siguiente vídeo, os hablo más en profundidad de algunos de estos asuntos:
En definitivia: para eso existen tan duras exigencias en la ciencia: porque al ciencia no confía en los expertos, ni tampoco en los científicos. Precisamente la ciencia fue diseñada para superar la falibilidad del ser humano, y los científicos también son seres humanos. Así que ‘ciencia’ y ‘científico’ no pueden ser cosas más distintas. Porque los científicos también son seres humanos y todos los humanos tenemos una ideología, o somos presas de sesgos, prejuicios o tontadas varias. Para eso existe la ciencia: para descartar las afirmaciones que no logren pasar su estricto método de verificación. La ciencia es la última línea de defensa de los defectos del pensamiento humano, también el de los expertos: la fe, el dogma, la revelación, la autoridad, el carisma, el misticismo, la adivinación, las visiones, las corazonadas o… la ideología política que apoyas con el fervor de un creyente.
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La noticia Las dos características que reúnen los expertos que más se equivocan fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Tania A. Reynolds, Postdoc en el Instituto Kinsey, y sus colegas ha constatado que en varios estudios hay un sesgo de género en el ámbito moral: las mujeres son catalogadas más fácilmente como víctimas y los hombres como perpetradores incluso cuando las transgresiones son idénticas.
Los participantes no solo detectaron más fácilmente la victimización y el sufrimiento de las mujeres, sino que también se sintieron más cerca de las víctimas femeninas frente a las masculinas y percibieron su sufrimiento como menos merecido y menos justo.
En los estudios realizados, se sugiere que las personas se sentían menos obligadas a perdonar y más motivadas para castigar a los perpetradores hombres que a las mujeres, incluso en forma de investigaciones y despidos.
Estos sesgos pueden llevar a los evaluadores a desviarse sistemáticamente de la imparcialidad, sin cumplir con el ideal de que todas las personas deben ser tratadas por igual, o que una sociedad justa es la que desarrolla una justicia simétrica con independencia del sexo.
Concretamente, los participantes del estudio 1 asumieron que un objetivo perjudicado era mujer, pero especialmente cuando se etiquetaba como 'víctima'.
En total, fueron seis estudios en cuatro países distintos y en todos ellos se reveló este sesgo. Por ejemplo, los participantes del estudio 3 asumieron que una empleada que denunciaba acoso era más una víctima que un empleado masculino que hacía afirmaciones idénticas.
También se esperaba que las víctimas femeninas experimentaran más dolor por una broma ambigua y a los perpetradores masculinos se les prescribieron castigos más severos en el Estudio 4.
Los gerentes fueron percibidos como más inmorales al despedir mujeres (versus hombres) en el estudio 5.
La posibilidad de discriminación de género intensificó el vínculo cognitivo entre las mujeres y la víctima en el estudio 6.
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La noticia Las mujeres son catalogadas más fácilmente como víctimas y los hombres como perpetradores incluso en transgresiones idénticas fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Inspirados por la dura piel celular del pomelo y y los caparazones resistentes a la fractura del abalón, un molusco gasterópodo, ingenieros de la Universidad de Durham aseguran haber creado es el primer material no cortable fabricado.
Se llama Proteus, nombre que homenajea a el dios mítico que cambia de forma.
Es inmune a amoladoras angulares, taladros o chorros de agua a alta presión. Por ello, el proteus podría usarse en las industrias de seguridad y salud: por ejemplo, para fabricar cerraduras para bicicletas, armaduras livianas y equipos de protección para personas que trabajan con herramientas de corte.
Está concebido de esferas cerámicas de alúmina encerradas en una estructura de espuma metálica metálica de aluminio celular y funciona haciendo retroceder la fuerza de una herramienta de corte sobre sí misma: las esferas de cerámica dentro de la carcasa embota el disco de corte o la broca que trata de cortar el material. Los chorros de agua también son ineficaces porque las superficies curvas de las esferas de cerámica ensanchan el chorro.
Según afirman los investigadores: "Básicamente, cortar el material es como cortar una gelatina llena de pepitas: si atraviesas la gelatina, golpeas las pepitas y el material vibra de tal manera que destruye el disco de corte o la broca".
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La noticia Este nuevo material no se puede cortar y ha sido inspirado por la piel del pomelo fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
El verdadero número de casos de coronavirus en Estados Unidos podría ser de 6 a 24 veces mayor que el número confirmado de casos, según un gran estudio federal que se basó en datos de 10 ciudades y estados del país.
El estudio, publicado el martes en JAMA Internal Medicine, se basó en pruebas serológicas: análisis de sangre que buscan anticuerpos contra el virus y que determinan si alguien estaba infectado previamente. Son diferentes de las pruebas de diagnóstico, que solo detectan personas que actualmente tienen el virus.
En general, se estima que el 1% de las personas en el área de la Bahía de San Francisco han tenido la Covid-19, mientras que la han tenido el 6,9% de las personas en la ciudad de Nueva York, según los autores de este estudio que incluye investigadores en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). En 7 de las 10 ubicaciones analizadas, el número estimado de casos fue 10 veces el número de casos reportados.
El estudio se basó en pruebas de más de 16.000 personas en las 10 ubicaciones, pero con una limitación: se basa en datos antiguos. Las muestras de San Francisco se recolectaron del 23 al 27 de abril, mientras que las pruebas de Nueva York se realizaron del 23 de marzo al 1 de abril. Las últimas pruebas se realizaron en mayo... es decir, que muchas cosas pueden haber durante dos meses en el transcurso de un brote.
En el sur de Florida, por ejemplo, los investigadores estimaron que 1,9% de la población tenía anticuerpos contra el virus. Pero esa cifra se basa en muestras recolectadas del 6 al 10 de abril, y dada la propagación del virus desde entonces en el estado, el número ahora ciertamente sería una cantidad mayor.
Aún así, los datos reflejan lo que el director de los CDC, Robert Redfield, señaló recientemente: que los números de casos verdaderos son 10 veces más altos que los diagnósticos confirmados. Los casos confirmados en Estados Unidos ascienden a más de 3,8 millones.
Los datos subrayan otros dos puntos: que las pruebas en Estados Unidos no capturan el alcance total del brote, y que incluso las comunidades más afectadas no están cerca de alcanzar un umbral de inmunidad de rebaño.
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La noticia El recuento real de casos de la COVID-19 podría ser de 6 a 24 veces mayor, según el estudio de los CDC fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
El significado de muchos de nuestros comportamientos depende del contexto. La mentira es uno de ellos. Por eso existen las mentiras piadosas, por ejemplo. No es lo mismo mentir en comisaría que mentir a un amigo si su tarta de chocolate sabe mal.
De de hecho, decir una verdad desagradable a alguien que estimamos activa la corteza prefrontal media, además de la ínsula (que juega un importante papel en la experiencia del dolor y la experiencia de un gran número de emociones básicas, incluyendo odio, amor, miedo, disgusto, felicidad y tristeza), lo que evidencia cuán compleja es la biología de la honestidad.
La misma naturaleza de los juegos competitivos evolutivos de la especie humana ha propiciado la selección tanto para el engaño como para la vigilancia contra él. También otros animales han sido seleccionados para engañar, aunque de forma más tosca, tales como algunos ungulados, o aves, como el chorlito, que fingen estar heridos para alejar a un depredador de su nido.
Por ejemplo, cuando un perro está aterrado, las feromonas del miedo emanan de su glándula odorífera anal, y el perro puede tratar de neutralizar su diseminación para que no se note su miedo sencillamente tapando esas glándulas colocando el rabo entre las patas, como explica Robert Sapolsky en su libro Compórtante, que también pone el siguiente ejemplo:
Si hay una buena fuente de alimento y en las inmediaciones hay un animal de rango alto, los capuchinos dan la alarma que informa de la preencia de un depredador para distraer al otro individuo; si se trata de un individuo de rango bajo no hay necesidad de hacerlo; simplemente coges el alimento.
Como llevar a cabo un engaño requiere de una gran experiencia social en todas las especies de primates, una neocorteza más grande predice que habrá mayores tasas de engaño, independientemente del tamaño del grupo. Sí, nuestros cerebros está cableados para engañar, para ser deshonestos.
Los seres humanos, sin embargo, son los únicos que sabemos con seguridad que son conscientes de que engañan, de que escogen hacerlo o no hacerlo, y lo más importante: que se sienten sucios al hacerlo. Ser deshonesto es una grave mácula social, así que nuestros cerebros también han evolucionado para sentir asco de esa deshonestidad, tanto ajena como propia.
En otras palabras: podemos llevar a cabo determinados engaños tácticos a nivel social, pero un cerebro promedio también sentiría asco moral si él mismo engañara de forma demasiado flagrante, innecesaria o deshonesta. Es decir, que estamos hechos para engañar, pero también para no hacerlo demasiado so pena de que nos sintamos mal por ello.
En el fondo, pues, no se trata de blanco o negro, de mentir o decir la verdad, sino de "afinar" la verdad. Os hablo en más profundidad sobre ello aludiendo a un estudio que lo comprobó empíricamente con una serie de tiradas de dados en el siguiente vídeo:
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La noticia Estamos hechos para mentir pero no tanto que luego seamos incapaces de mirarnos al espejo fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
La flexibilidad de nuestro paladar es extraordinaria, y en gran parte es algo aprendido (aunque exista una base biológica, innata). Por eso hay culturas donde es normal comer cosas que en otras resultan vomitivas, como la morcilla, el cibreo o un tiburón peregrino podrido.
También es cierto que, en general, nuestro sentido del gusto es tan limitado que fácilmente se ve distorsionado por el olfato, pues éste es 10.000 veces más intenso que el sentido del gusto. En 2007, Malika Auvray y Charles Spence publicaron un estudio en el que señalaban que, si sentimos que algo tiene un olor fuerte mientras lo comemos, el cerebro tiende a interpretarlo como un sabor.
El gusto por sabores más complejos o diversos se forja en los primeros años de edad. Si en estos primeros años no se expone al niño a determinada variedad, más tarde le resultará difícil atreverse a traspasar buena parte de las fronteras gastronómicas.
De hecho, el asco cultural a un alimento puede llegar a ser tan profundo que incluso cuando se está pasando hambre, resulta preferible no comer.
Por esa razón, cuando rechazamos un alimento no siempre hay detrás un remilgo burgués. Tal y como abunda en ello la experta Bee Wilson en su libro El primer bocado:
En la mayoría de situaciones en que aparecen alimentos inusuales, es fácil que el asco supere al hambre. Es falso que haya un estado de hambre absoluta en que los niños comerían cualquier cosa. Entre los niños más hambrientos del planeta, el hambre sigue siendo concreta y no abstracta. No la puede satisfacer cualquier cosa.
El ejemplo paradigmático de cómo una cultura es tan rara que come cosas que se nos pueden antojar inconcebibles es el siguiente: una parte de la descripción del banquete que se sirve en la película Indiana Jones y el templo maldito, extraído de la adaptación literaria de James Kahn:
Un segundo plato había sido colocado sobre la mesa por los criados. Esta vez era una boa constrictor hervida y humeante guarnecida con hormigas fritas. Uno de los criados practicó una incisión en la parte central del reptil de la que brotó una masa de convulsas angulas vidas.
Hablamos más extensamente de esta escena, así como de los límites del asco, de los alimentos más asquerosos, y también de todas las cosas asquerosas que comemos sin darnos cuentas (restos fecales, pelos de rata o huevos de mosca, entre otros) en el siguiente vídeo que os recomendamos visionar solo si no estáis comiendo algo ahora mismo:
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La noticia Nuestro paladar es tan flexible que es capaz de disfrutar asquerosos para unos pero deliciosos para otros fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .