miércoles, 20 de septiembre de 2017

Alemania tiene un gran problema con miles de bombas de la II Guerra Mundial

 

Los recientes acontecimientos de evacuaciones masivas en Hannover o Frankfurt por la localización de bombas de la II Guerra Mundial, han puesto de manifiesto un gran problema existente en Alemania y contra el que lleva décadas combatiendo. Después de 70 años de la finalización de la Guerra, aún quedan más de 200.000 bombas por localizar y explotar.

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Vista aérea de Frankfurt en 1944 – Vía Wikimedia

El pasado 3 de septiembre se evacuaron a más de 60.000 personas de la ciudad alemana de Frankfurt, por la localización de una bomba de 1.4 toneladas durante unas obras de construcción. La evacuación, la de mayor envergadura hasta la fecha, provocó la evacuación de miles de personas de alojamiento residenciales y hospitales de un radio de 1.5 kilómetros a la localización de la bomba.

Esta evacuación fue la mayor hasta la fecha, superando a la ocurrida el día de navidad de 2016 en Ausburgo, donde fue necesaria la evacuación de más de 56.000 personas para desactivar otra bomba lanzada por la RAF británica, una ciudad ampliamente bombardeada por ser la sede la empresa aeronáutica Messerschmitt, conocida sobre todo por sus aviones de caza producidos durante la Segunda Guerra Mundial, en especial Bf 109 y Me 262.

El mismo fin de semana de la evacuación de Frankfurt, ocurrió algo similar en la ciudad de Koblenz en el sur de Alemania, donde fue necesaria la evacuación de más de 21000 ciudadanos, por los trabajos para la desactivación de otra bomba sin explotar, que fue lanzada durante la liberación de Alemania.

Se localizan entre 10 y 15 bombas al día

La situación se está volviendo en habitual en Alemania por el crecimiento de las ciudades y la renovación de las infraestructuras, ya que en Alemania aún quedan miles de bombas por encontrar.

De acuerdo a los datos del Instituto Smithsonian, las fuerzas británicas, americanas y rusas lanzaron sobre unos 2.7 Millones de toneladas de bombas en la Europa ocupada por el nazismo durante la II Guerra Mundial. Cerca de la mitad de estos 2.7 Millones de toneladas fueron lanzadas en Alemania.

En número, significaría que cerca de 250.000 bombas de diferente tipo y tamaño, quedan sin explotar en los suelos y aguas de Alemania; en su mayoría en la cuenca del Ruhr y la zona del Bajo Rin, pero también en grandes ciudades como Dresde, Hamburgo o Hanover. Cada año en Alemania son localizadas cerca de 2000 toneladas de bombas; unas 5500 en número, que quedaron sin explotar y es necesario desactivarlas.

Según los cálculos de Wolfgang Spyra de la Universidad de Cottbus, cada día se localizan en Alemania entre 10 y 15 bombas.

 

El polvorín de Oranienburg

Un ejemplo de esto es la ciudad de Oranienburg. Situada a 35 kilómetros al norte de Berlín, durante la época nazi fue conocida por ser un importante polo industrial por la construcción de aviones, depósito de armas, almacén de químicos, lugar de unión de diferentes vías férreas y por la existencia del campo de concentración de Oranienburg.

De acuerdo a los estudios de Wolfgang Spyra, durante los 13 ataques aéreos de aliados se lanzaron en la ciudad cerca de 10.000 bombas de entre 250 y 500 kilogramos de peso, y entre el 7 y 15% de las bombas no explotaron. Por este motivo, tanto la ciudad como el Gobierno regional de Brandeburgo, dedican unos 7 Millones de euros anuales para su localización y desactivación, y que en 2008 supuso la búsqueda masiva de bombas con catas de hasta 3 metros de profundidad por toda la ciudad.

En este sentido, recomiendo el documental The Bomb Hunters y cuyo trailer se puede ver a continuación:

 

Una operación contra el tiempo y con muchos riesgos

Cada año que pasa los riesgos existentes son mayores, ya que muchas de las bombas que no explotaron, tenían algún tipo de temporizador (segundos u horas) y representan sobre el 10% de las bombas lanzadas.

Estas bombas tenían detonadores de acción retardada con un mecanismo basado en acetona y en un celuloide, tal y como explica Jesús G. Barcala en Ciencia Histórica:

Aquellos detonadores de acción retardada funcionaban con un mecanismo muy ingenioso. Se basaba en una pequeña ampolleta de cristal con un químico corrosivo (acetona) dentro. Al caer la bomba, el cristal se rompía y dejaba salir el líquido. La acetona entonces quemaba unos discos de celuloide. Al diluirse los discos, el resorte que sostenían saltaba y activaba la bomba.

El problema es que en mucha ocasiones, la bomba caía, pero al golpear en algo o por la misma inercia, se daba la vuelta, y el acetona no llegaba a tocar los discos de celuloide, por lo que el resorte no saltaba y la bomba no explotaba. En ocasiones, al mover la bomba durante la reconstrucción esta podía estallar. Otras veces, después de muchos años, el celuloide terminaba por deshacerse, y estalla la bomba sin que nadie sepa siquiera que estaba ahí.

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Ilustración de Hasaim Hussein en Smithsonian Magazine

 

Aún hoy en día, los proyectos de construcción en Alemania, requieren del Kampfmittelfreiheitsbescheinigung, un permiso especial que certifique que la zona está libre de bombas, tanto por la búsqueda a través de fotografías históricas como por catas del subsuelo.

Además, las vibraciones del suelo, cambios de posición o de temperatura pueden provocar la explosión accidental de las bombas tal y como ocurrió en 2014 con un trabajador de una bulldozer. 

En este sentido, durante el periodo 2000-2016, fallecieron un total de 11 personas encargadas de la desactivación de las bombas; representando más de 100 personas desde el final de la Guerra.


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