Se está hablando mucho del eucalipto y los supuestos intereses de ENCE y otras pasteras, en los incendios en Galicia y Portugal, como co-responsables de la oleada de incendios. La “gasolina para el monte”, dice El Salto, con acusación velada a los intereses de ENCE. La realidad es que el problema de los incendios en Galicia y Portugal no son los eucaliptos, o al menos, no es la única causa. Quedarse en ellos es reducir al absurdo un problema mucho más grande, que incluye despoblación, envejecimiento, ordenación de territorio o la propia valorización del cultivo.
NOTA
Antes de seguir, necesito hacer un inciso para el estimado lector. Si piensa que esto es un publireportaje de ENCE o el lobby del eucalipto, estás muy equivocado. No me gusta el eucalipto. Me parece un coñazo de especie. Ahora sí, creo prefiero mil veces un eucalipto a un suelo sin cubierta vegetal y fácilmente erosionable, que es a lo que vamos con el aumento de los problemas de desertificación, porque los carballos y los castaños no crecen bien en todas las condiciones.
Quizás el mejor ejemplo de esta culpabilización absurda del eucalipto es este reportaje en El Salto; que reproduzco a continuación, o este hilo de Twitter que alcanzó unos cuantos miles de retuits.
En los últimos tres días han ardido 4.000 hectáreas de monte, que se suman a las más de 100.000 quemadas en 11.600 incendios en todo el Estado en lo que va de año. La falta de una política de prevención global, la precarización y privatización de los dispositivos de prevención y lucha contra el fuego, el eucalipto y el papel de las madereras o la Ley de Montes, algunas claves para entender la situación que se vive hoy en Galicia.
ENCE Y EL PAÍS DEL EUCALIPTO
Existe un plan para que Galicia sea “un puro eucaliptal”. Es lo que afirma Xosé Ramón Cendán, miembro de la ejecutiva del Sindicato Labrego Galego (SLG), quien plantea que detrás de ello existe “claramente una presunta corrupción Ence-Xunta”.
Este profundo conocedor del monte de la zona tiene muy claras las causas principales de fondo que han acabado en el desastre medioambiental, humano y económico que estos días —y en los últimos años— vive la región. Cendán plantea que “no existe una coordinación ni una ordenación del territorio y los pueblos están cercados por eucaliptos”, algo que aumenta el riesgo para la población en caso de incendio.La falta de control y el fomento del cultivo de eucalipto para la industria papelera han hecho que el uso del suelo se haya modificado profundamente en apenas unas décadas, copando áreas de uso agrario con este tipo de árbol —”gasolina para el monte”, como lo denomina Cendán—, de rápido crecimiento pero devastador para la prevención del fuego.
“Cuando no había normativas de suelo, la gente tenía el territorio ordenado, pero hoy los estudios y los técnicos trabajan para los negocios, y el mayor negocio es Ence”, explica el experto. La multinacional papelera es uno de los principales productores mundiales de pasta de papel procedente de cultivos forestales, básicamente eucalipto. La empresa ha saltado a la esfera mediática en numerosas ocasiones por desastres ambientales, sospechas de prevaricación, puertas giratorias e incluso relaciones matrimoniales entre representantes de la empresa y de la Xunta, hechos que volvieron a salir a la palestra el año pasado, cuando consiguió una prórroga de nada menos que de 60 años para continuar su actividad en su fábrica de Lourizán, en la ría de Pontevedra.
El bosque ¿atlántico? y la inflamabilidad del eucalipto
Es cierto que el eucalipto es una de las masas forestales mayoritarias en la franja Atlántica peninsular, así como en el Cantábrico. Al contrario de lo que se cree, su introducción fue muy anterior a la Guerra Civil y al Franquismo, aunque fue durante este periodo cuando las masas forestales crecen, porque España tenía serios problemas de desertificación, un problema que venía de la época de las desamortizaciones. En ningún momento se puede hablar de que el eucalipto desplazara en aquel momento a masas forestales autóctonas…simplemente eran muy reducidas.
Hace siglo y medio, España vivía un intenso proceso de deforestación. A las desamortizaciones liberales que favorecieron el acceso de numerosos ciudadanos a los recursos forestales había que sumar la pérdida de masas boscosas derivadas de las actividades agriculturales y ganaderas, históricas. Bien entrado el siglo XX, el problema era grave: la pérdida de bosques favorecía la erosión y causaba distorsiones en las cuencas hídricas de la península.
Tras la Guerra Civil, el franquismo observó una oportunidad propagandística en el problema, del mismo modo que lo hizo en los extensos planes de regulación hídrica del país. Nació así el Plan Nacional de Repoblación, que en una fecha tan temprana como 1940 se planteaba reforestar más de 5 millones de hectáreas a lo largo de cien años. A la altura de 1972, su objetivo se había cumplido casi al 50%, y España había vivido una pequeña fiebre reforestal.
Dos de las principales especies utilizadas por las autoridades franquistas para recuperar suelo forestal fueron el pino y el eucalipto. Ambos contaban con notables tasas de crecimiento y permitían repoblar bosques a gran velocidad, favoreciendo el mantenimiento de ecosistemas claves, frenando la erosión (una cuestión crucial a mediados del siglo XX, en aún pleno trayecto hacia la deforestación), y reduciendo el riesgo de corrimientos de tierras o empobrecimiento de los suelos.
Andrés P. Mohorte en Magnet
Posteriormente en la década de 1970, las masas de eucalipto se aumentan, principalmete como forma de fijar población en el interior, con la subvención a fondo perdido. Tanto a través de diferentes planes ministeriales, comunidades autónomas y posteriormente vía subvencioones europeas, las ayudas por plantación de eucalipto se mantuvieron hasta bien entrada la década del 2000, como recuerda Andrés P. Mohorte en Magnet.
Para 1978, el Congreso ya democrático se planteó continuar con el planteamiento franquista a través de la Ley de Producción Forestal. Artículos como este de El País son testigos del agrio recibimiento por parte de la opinión pública, en especial por su fomento del cultivo del eucalipto y del pino. Aquella ley preveía “cantidades a fondo perdido” de hasta 10.000 pesetas hectárea para los propietarios que se lanzaran a repoblar con eucalipto. Se generó un incentivo económico.
Después de esto se produjo un crecimiento desaforado del eucalipto, porque te pagaban por plantar. ¡Plantas eucalipto y te pagan!
Requería pocos esfuerzos y en 15-20 años tenías un buen dinero, que normalmente era el que te servía para mandar a los hijos a estudiar o para cuando se casaran. El resultado es que la masa forestal se duplicó según lo previsto en los planes forestales, porque todos plantábamos eucaliptos. En cuanto se abandonaba una explotación de pasto o una zona agraria (no permitido desde 2012), se plantaba pino o eucalipto, dependiendo de la moda que hubiera en aquél momento. El negocio del siglo.
Figura 1. Distribución de Eucalipto (suma de globulus y nitens) en Galicia, Asturias y Cantabria. Vía Agrobyte
Junto al crecimiento de las masas de eucalipto, nace y se desarrolla una industria maderera y principalmente pastera, como es el caso de ENCE en Galicia, Asturias y Huelva o la Portucel en Portugal, ahora Navigator Company y la fabricante del papel Navigator, que es una de las principales del sector.
Diferentes análisis como el que destaco anteriormente o como este ampliamente difundido por las redes “Eucaliptos: La desaparición del bosque atlántico.¡Emergencia!“. han achacado a ENCE casi todos los males.
Y este achacamiento de todos los males al eucalipto y a las pasteras no es únicamente de España, sino que ocurre de la misma forma en Portugal, indicando como que es el principal responsable del fuego (Tirar a floresta das mãos do eucalipto o El imperio letal del eucalipto australiano)…
Pirófitos…
Es cierto que se trata de una especie pirófita, que necesita el fuego para crecer, pero es tan pirófita como la vegetación mediterránea, la cual se adapta para sobrevivir después del fuego.
Nadie en su sano juicio pone fuego al eucalipto para que se reproduzca, tal y como se da a entender siempre que se habla del eucalipto porque el fuego es su aliado.
No seamos tan absurdos porque nadie quiere perder eucalipto, de la misma forma que a las pasteras y madereras no les interesa que arda.
La madera quemada no sirve para prácticamente nada. Hace años que las pasteras como ENCE dejaron de comprar madera quemada… porque la ceniza perjudica el proceso de fabricación de la celulosa, y únicamente sirve para fabricar aglomerados (su valor es mínimo).
Esto de “pirófito” es un concepto que convendría en desterrar o explicar muy bien, porque alguna vegetación atlántica como el tojo, también son pirófitos. ¿Significa eso que debemos de eliminar el tojo, la flor de galicia? NO y Juan Picos de la Escola de Enxeñaría Forestal del campus de Pontevedra de la Universidade de Vigo, lo explicaba perfectamente en una entrevista de hace unos meses.
-Se habla mucho del eucalipto. ¿Es esta especie realmente una de las causas del fuego?
-Oímos mucho decir que el eucalipto es pirófito, pero pirófito es un concepto técnico que al saltar al lenguaje común se tergiversa. Pirófita es una planta adaptada a sobrevivir después del fuego, pero parece que cuando se habla de una planta pirófita se hace equivaler a pirómana. El tojo y la sobreira [alcornoque] son plantas pirófitas, como el eucalipto.
-¿Y son o no un problema?
-La especie no suele ser el problema. De hecho, no hay grandes diferencias. La importancia y la propagación de un incendio tiene que ver normalmente con la estructura. Y la estructura depende de la especie, el lugar y la gestión que se hace de ella. El eucalipto se comporta como una eficaz barrera contra el fuego cuando es muy joven, porque tiene una hoja muy verde y arde mucho peor porque tiene alto contenido en agua. Sin embargo, cuando es adulto y no se ha hecho ningún mantenimiento, precisamente porque permite que pase mucho la luz, tiene mucho matorral alrededor y acumula mucha biomasa que, en condiciones secas, pueda tener una mayor ignición. Decir que el eucalipto arde más que otras especies de árboles no es verdad. No es un hecho que siempre ocurra, depende de dónde esté plantado, de cómo haya sido gestionado y cuánta cantidad haya. No se debe ser taxativo. Es igual de poco cierto decir que arde menos como decir que arde más. Lo que sí es cierto es que, en circunstancias de abandono, con gran acumulación de biomasa, el eucalipto, el pinar y todas aquellas especies que precisamente se plantan porque generan mucha biomasa arden con más intensidad.
Acerca de su inflamabilidad, Javier Madrigal lo explicaba de forma magnífica en Fuegolab y “El mito de las plantas que favorecen los incendios ¿realidad o ficción?” y es que la realidad es muy tozuda.
Los que sois seguidores del blog ya sabéis mucho sobre el concepto de inflamabilidad, cómo árden las plantas y cómo se comporta el fuego en el monte, que depende también de otros factores importantes como la meteorología y la topografía. Dicho por delante que TODAS las plantas arden ¿existe algún tipo de “selectividad” a escala paisaje que haga que determinadas estructuras de vegetación ardan más que otras? Esta es una cuestión que nuestros vecinos portugueses llevan preguntándose bastantes años puesto que tienen una alta proporción de masas forestales ocupadas por plantaciones de eucalipto y piñeiro bravo (pino negral o resinero), sobre todo en la mitad norte del país vecino.
Aunque existen algunos antecedentes de estudios en los años 1990s, es en 2005 cuando aparece el estudio científico más “sesudo” en la península donde se intenta testar la hipótesis de que el tipo de uso del suelo y las especies que lo ocupan condicionan la superficie afectada por los incendios. Pues…sorpresa, sorpresa, son las masas de matorral mediterráneo las que mostraron una “selectividad” significativa a la mayor superficie afectada por los incendios.
El análisis de los datos de las plantaciones de eucalipto mostró que, en la mayoría de los casos, la afectación era similar a otros tipos de bosques, incluidos los “autóctonos” y en otros casos era incluso significativamente inferior, según los autores porque las plantaciones bien gestionadas son modelos de combustible poco inflamables, siendo peligrosas sólo cuando se abandonan o tienen una gestión poco intensiva que favorece la proliferación de matorral bajo las copas.
Estos resultados se han ratificado en estudios posteriores utilizando otras metodologías, con lo que aumenta la robustez de las conclusiones.
De los problemas de acidez del suelo, alelopatías o competencia por el agua; entre otros problemas recurrentes que se le achacan al eucalipto y en bastantes ocasiones con razón, la cantidad de estudios contradictorios daría para mil y una entradas en el blog, así como los intereses cruzados en todos estos trabajos.
¿Realmente son más inflamables? ¿Los bosques autóctonos no arden? Ambos arden, aunque la clave de todo es su gestión, o mejor dicho, la ausencia de la misma, algo en lo que también incidía Juan Picos, y de lo que hablaremos más adelante:
-¿Es una cuestión de control?
-Claro. Que haya quien piense que puede plantar eucaliptos donde le venga en gana es un error que no nos podemos permitir. Es fundamental la ordenación y tener las cosas claras, huyendo de posiciones maximalistas que señalan al eucalipto como una peste o como la panacea. La cuestión es cómo conseguimos ordenar un recurso evitando sus problemas y maximizando sus beneficios. No estamos prestando suficiente atención al abandono del monte, que es un enemigo silencioso. Un eucaliptal que su propietario haya abandonado hace cinco o diez años no va a dar prácticamente ningún beneficio y acumula sus perjuicios. Y eso no lo tenemos medido, no sabemos cuántos eucaliptales abandonados existen y tenemos que hacer un esfuerzo por dimensionarlo. Y quien dice un eucaliptal abandonado dice una antigua parcela agraria con tojos de dos metros o un pinar abandonado. Hoy por hoy el abandono del monte es el enemigo número uno en la lucha contra los incendios.
Un problema más allá del eucalipto y siempre olvidado
Lamentablemente en todos estos análisis siempre olvidan otros problemas mucho más acuciantes que el eucalipto: envejecimiento, despoblación, ausencia de ordenación forestal o el propio reparto de la propiedad. Un problema que no es únicamente de Galicia, sino que se extiende a buena parte de Portugal y al Cantábrico.
¿Por qué nunca se recuerdan estos problemas? Porque es más sencillo culpabilizar al eucalipto, como siempre recuerda Marcos García Rey (Civio) en “Los árboles no votan” y “Arde Galicia: los árboles no votan en referendos ni ondean banderas”.
Minifundismo, gestión forestal, desierto demográfico…
La superficie forestal arbolada en Galicia representa el 70 % de la totalidad de la comunidad autónoma, con unos 2 millones de hectáreas, de las cuales unas 600.000 serían improductivas, según el IV Inventario Forestal del Ministerio de Medio Ambiente. De la masa forestal, la mayoría son pinos; normalmente la especie marítima y “autóctona” de la franja atlántica, seguido de eucaliptos y carballos (robles), en ese orden. El eucalipto ni siquiera es la especie mayoritaria.
Figura 2. Distribución de las especies forestales más representadas en masas monoespecíficas: eucalipto (Eucaliptus globulus) (izquierda), pino marítimo (Pinus pinaster) (centro) y carballo (Quercus robur) (derecha) – Vía Faltadeingenería
Asimismo, Galicia producía en 2013 el 50% de madera de rollo del total de España, 43% de la madera aserrada de España, el 33% de tableros, 35% de pasta de papel y 8% de muebles. El problema es que Galicia tiene un 30% de la superficie forestal como “improductiva”; una cifra elevadísima en comparación con otras potencias forestales de Europa donde está sobre el 10-20%, tal y como recordaba el ex presidente de la Xunta González Laxe en 2013 (Galicia, una potencia forestal sin explotar).
Esta elevada tasa de superficie forestal “improductiva” se debe en gran medida al modelo de propiedad y gestión forestal de Galicia. El 96% de los 2 Millones de hectáreas son minifundios, donde cada propietario; unos 650.000, tiene entre 2 y 3 hectáreas, repartidas de 8 a 15 parcelas, tal y como señalaba González Laxe en el año 2013.
Si nos centramos en la estructura de la propiedad, nos encontramos con otro de nuestros rasgos estructurales negativos. El propietario gallego medio posee dos hectáreas repartidas en ocho parcelas, y solo un 3 % participan en fórmulas de cooperación con otros propietarios. En consecuencia, sería conveniente apostar por una cooperación en la gestión de las parcelas, dentro de una planificación conjunta de la explotación de los terrenos para poder aumentar la productividad y ser más competitivo. Tales circunstancias hacen que la productividad del monte gallego se sitúe por debajo de otros países. A modo de ejemplo, la productividad del pino gallego está por debajo de Brasil, Nueva Zelanda y Chile; y en el caso del eucalipto, por detrás de Brasil, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Chile.
Y no fue hasta hace escasos años con los programas de concentración parcelaria, cuando se comenzó a meter mano a este problema, porque lo habitual era y aún es tenerlas repartidas entre diferentes parroquias de un mismo ayuntamiento, o incluso entre diferentes ayuntamientos.
A eso le sumamos la ausencia de cooperación en la que incide González Laxe, y en algunos casos donde existen estas fórmulas con las comunidades de montes, éstas no disponen de planes de gestión y valorización del producto, porque el bosque no es únicamente madera.
Y esto enlaza con el siguiente problema…. el rural gallego es un desierto demográfico cada vez mayor, al igual que ocurre en Portugal.
Recordaba Nacho Carretero en “Pero ¿por qué carallo arde Galicia?” con la anterior ola de incendios, porque las olas de incendios son como el Xacobeo… vuelven…
Esta desorganización no tendría necesariamente que ser un problema si no fuera por la gran cantidad de núcleos urbanos que hay esparcidos por Galicia: treinta mil según datos de la Xunta, lo que supone el 50% de todos los que hay en España. La mayor parte de ellos padece el abandono de las nuevas generaciones. En Galicia, como en otros tantos sitios, la juventud huye del rural para instalarse en las zonas urbanas. Unas dos mil aldeas gallegas están desiertas y otras tantas tienen entre dos y tres vecinos. Esto ha desembocado en un abandono completo o muy elevado de los terrenos forestales. Los quince terrenos divididos en las tres hectáreas que suman el millón y medio de hectáreas forestales privadas apenas están cuidadas. Esto es, están llenas de maleza, arbustos y toxeira. Los viejos aldeanos no tienen tiempo, dinero ni ganas de desbrozar. Solución: la que siempre se ha utilizado en Galicia, la herramienta rural por excelencia que forma parte de la cultura y simbología gallegas: el fuego.
El fuego como elemento purificador porque no hay valorización de la masa forestal, tal y como ocurre en Aragón o Castilla y León, algo a lo que volvía a hacer mención González Laxe:
Como bien apuntó un experto, «hay que dar mayor aprecio a lo rural» y, como apostilló un empresario, es preciso incrementar «la valorización integral del monte». En este sentido, en la reunión de los becarios de la Fundación Barrié se ha hecho mención de los productos no madereros existentes en el bosque. Alcanzan al 25 % de su valor. Nos estamos refiriendo tanto a los productos alimenticios (castañas, hongos, miel, plantas ornamentales, carne de caza) como a productos medicinales, vegetales, etcétera. Es decir, un amplio abanico de posibilidades que, potenciadas correctamente, ayudarían a revertir la situación actual de despoblamiento rural y acentuarían el valor de ciertos productos que en la actualidad empiezan a poseer una demanda creciente.
La gestión forestal o por qué no arde el norte de Galicia
Este tema de la gestión que explica Juan Picos, lo podemos ver perfectamente en el norte de Galicia, tanto en Coruña como en Lugo, en lo que conocemos como Ortegal (Coruña) y la Mariña Lucense (Lugo). La mayores masas de eucalipto de Galicia se concentran en esas dos zonas de Galicia (Figuras 1 y 2), pero es donde se concentra el menor número de incendios (Figura 3).
Figura 3. Incendios forestales en Galicia (2001-2014). Hugo Garrido en Civio –Galicia en llamas: el mapa de una tragedia.
Vale, la humedad y los vientos se paran en la Serra do Xistral y no pasan de la Terra Chá, pero Asturias y Cantabria tienen situaciones similares… y Asturias es la segunda provincia con más hectáreas quemadas, después de Ourense (Civio –Galicia en llamas: el mapa de una tragedia).
La gestión forestal tiene mucho que ver en que Lugo tenga una superficie forestal quemada relativamente baja (más de 40.000 hectáreas frente a las 121.000 de Asturias o 162.000 de Ourense en el periodo 2001-2014), y donde la mayoría de incendios se concentran en el sur de la provincia, una situación parecida a la que ocurre en Coruña; en este caso en la franja atlántica, y en especial en el distrito forestal de Ribeira.
Este sobre la gestión forestal en el norte de Galicia y el bajo número de incendios, se indicaba en dos reportajes en El País en 2010 y 2013, cuyos resultados son prácticamente similares.
2010 – El País – La zona de más producción forestal apenas sufre fuegos
Galicia es una de las primeras potencias forestales de Europa. Sin embargo, arde. Los incendios se han convertido en el cáncer que, verano tras verano, calcina el monte gallego. Con una salvedad. La franja cantábrica, de Ferrol a Ribadeo, ha sido la rara excepción en el mapa negro de los fuegos intencionados, pese a que se trata de la zona con mayor producción forestal de Galicia. La Consellería de Medio Rural confirma que en las dos últimas décadas no se ha registrado ningún gran incendio forestal (GIF) -de más de 500 hectáreas- en los distritos I y VI, que corresponden a Ferrol y A Mariña.
Los registros sobre incendios de la Xunta se remontan a 1986. En los últimos 24 años, se declararon dos fuegos importantes en la costa lucense y otro en la comarca ferrolana. Fue en 1989. Desde entonces, no se han contabilizado grandes incendios, aunque sí algún fuego mediano o conato que se pudo controlar y sofocar antes de que desembocara en tragedia.
…
No obstante, en Fearmaga están convencidos de que es la implicación de los propietarios en el cuidado de sus tierras lo que lo preserva el monte de las llamas. “En Ortigueira”, asegura Ana Oróns, secretaria de Fearmaga, “uno de cada cuatro vecinos de la zona está directa o indirectamente vinculado al monte”, mucho más limpio y cuidado que en otras comarcas. “Son conscientes de su riqueza y lo cuidan porque les reporta una renta. Abren pistas y pozos para acceder a sus terrenos y limpiar el matorral”, señala Oróns.
2013 – El País – Trabada, el municipio de Galicia que no conoce los incendios
Trabada está en el interior de A Mariña lucense, la comarca con menos incendios de Galicia. Su humedad, el doble que en el resto de la comunidad, es parte de la explicación de su inmunidad al fuego. Desde 2007 el Instituto Galego de Estatística (IGE) contabiliza los incendios por distritos forestales y confirma que en A Mariña se producen 23 fuegos al año, frente a los 537 de Verín-Laza. Pero es difícil que alguno de esos pocos fuegos de A Mariña llegue a Trabada. Entre 2001 y 2006, cuando se contabilizaban aún por municipios, sufrió cinco, menos de uno al año, y de muy escasa entidad. En ese mismo periodo, los vecinos ayuntamientos de Barreiros y Lourenzá, con menos superficie, tuvieron 18 y 10 incendios respectivamente, el cuádruple o el doble que Trabada. Así que el clima de A Mariña influye, pero no es todo. La clave para que este municipio de 82,7 kilómetros cuadrados (como Ourense) no arda parece estar en su ordenación forestal. En ello coinciden tanto los técnicos como los orgullosos vecinos del pueblo.
…
Trabada no llega a los 1.300 habitantes. A finales de los años ochenta no tenía muchos más, así que no debió de ser fácil que medio millar de propietarios se pusiese de acuerdo para unir unos 11.000 terrenos forestales en varias concentraciones parcelarias señaladas como ejemplares por los expertos. Hoy los montes de Trabada son grandes extensiones de eucaliptos alineados, en distintas fases de crecimiento, separadas regularmente por prados o explotaciones agroganaderas y surcados por pistas bien conservadas. Y dan beneficios. Para la Universidad de Santiago (USC), que ha premiado esa iniciativa, la concentración parcelaria para hacer rentable el monte es la clave del éxito de Trabada, al igual que para destacados miembros del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales de Galicia. En el pueblo coinciden con esta visión.
El fuego como elemento purificador o por qué no es sencillo limpiar un bosque
Limpiar el bosque es algo caro, quizás demasiado caro, si no hay esa valorización previa que permita cultivos mixtos u otro tipo de aprovechamientos… relacionada otra vez con el despoblamiento. Esto lo explicaba bien Aitor Ameztegui en Mitos y verdades sobre los incendios forestales:
Combustible: eliminar la vegetación para conservarla
Pero las igniciones nunca podrían generar un gran incendio si falta un elemento clave: combustible. Y de esto cada vez tenemos más. Hasta hace unas pocas décadas, los bosques se alternaban con zonas de cultivo y zonas de pastoreo, mientras del propio bosque se extraían multitud de productos: madera, leña, carbón, resina, corcho, miel… Esto hacía que la cantidad de combustible presente en el bosque fuera baja, y por tanto había menos incendios y de menor intensidad. Era un régimen de incendios en el que el principal factor limitante era la disponibilidad de combustible. Con el abandono del medio rural a partir de mediados del siglo XX y, en menor medida, con el éxito de las políticas de extinción, se ha incrementado de manera drástica la cantidad y continuidad de combustible. Las pequeñas manchas en mosaico han dado lugar a grandes extensiones continuas de vegetación inflamable. El combustible, la vegetación, ya no es un factor limitante, y el bosque es, como se suele decir, un polvorín. Si a esta situación le añadimos el aumento en el número de igniciones que hemos comentado antes, tenemos el escenario actual, en el que los incendios son de mayor intensidad y tamaño.
Pero si hacemos cuatro cuentas veremos que los números no salen. Sólo en Cataluña, donde hay alrededor de 2 millones de hectáreas forestales, y aunque sólo la mitad de ellas necesitaran ser desbrozadas, supondría un coste de varias veces el presupuesto completo del Departament de Agricultura, ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural. Dificilmente sostenible, y menos en los tiempos que corren. Y esto cada pocos años, claro, porque el matorral volvería a crecer.Mucho se ha hablado sobre el control de la vegetación, la “limpieza” de los montes. “El fuego se apaga en invierno” es un eslogan que se popularizó hace algunos años para poner el énfasis en que era más efectivo invertir en prevención que en extinción, pero que ha muerto de éxito, ya que ha llevado a creer que se pueden tener los montes de España “limpios” a base de trabajos de desbroce a cargo del erario público.
Y tampoco la solución pasa por poner a los parados o a los presos a limpiar el monte, como se ha sugerido de manera un tanto demagógica. Los trabajos forestales, en contra de lo que suele creerse, requieren de una cierta formación y preparación técnica, y para eso están las empresas del sector (por cierto, en su mayoría pequeñas explotaciones familiares y no grandes multinacionales como muchos creen). Poner a personal no cualificado a realizar trabajos forestales haría disparar el coste de la hectárea tratada, además de suponer un peligro, como ya saben en Francia.
Los árboles no votan y es fácil hacer que voten menos
Vuelvo a recordar a Marcos García Rey con “los árboles no votan”, pero añadiría que es sencillo hacer que voten menos.
Con estos incendios, el Presidente Feijóo tardó en dar la cara; al igual que la gestión de la crisis por parte de los medios públicos, aunque eso da para otro post. Tardó en dar la cara, aunque lamentablemente en la tourné de medios de comunicación, recordaba a las declaraciones de las anteriores olas de incendios. Nada ha cambiado.
Se sigue apostando a la extinción del fuego, en lugar de la prevención, aunque no siempre es tan sencillo como indicaba Aitor Ameztegui. Es caro. Quizás demasiado.
El problema es que cuando se apuesta por la extinción, no se prolongan los contratos de brigadistas cuando estás en situación de sequía (Brigadistas de Seaga cargan contra la “incompetente” Xunta por prorrogar sus contratos desde este lunes y no antes).
Ya no hablemos del sistema parques comarcales de bomberos y el caos en el sistema de extinción de incendios como quedó patente en el incendio de Fandicosta, o el lento pero constante desmantelamiento de los agentes y las comarcas forestales, que ya quedó patente con la plaga de la patata… porque en Galicia tenemos una plaga de patata severa… pero en provincias NO importamos. No somos Catalunya, Madrid o Euskadi.
Más información:
– Barros AMG, Pereira JMC (2014) Wildfire Selectivity for Land Cover Type: Does Size Matter? PLoS ONE9(1): e84760.
– Nunes et al. (2005) Land Cover Type and Fire in Portugal: Do Fires Burn Land Cover Selectively? Landscape Ecol. 20: 661.
– Javier Madrigal en FuegoLab: El mito de las plantas que favorecen los incendios ¿realidad o ficción?
– Aitor Ameztegui – Arde el norte
– Aitor Ameztegui – Mitos y verdades sobre los incendios forestales
– Magnet – ¿La culpa es del eucalipto? Gestionar bien el bosque previene más fuegos que plantar otras especies.
– Nacho Carretero en JotDown – Pero ¿por qué carallo arde Galicia?
– Fernando González Laxe – Galicia, una potencia forestal sin explotar
– Juan Picos: «Decir que el eucalipto arde más que otras especies de árboles no es verdad».
– Público – Tirar a floresta das mãos do eucalipto
– El Salto – Industria papelera y “gasolina para el monte”: claves del fuego en Galicia
– Faro de Vigo – La superficie de eucalipto en Galicia casi duplica lo previsto en el plan forestal de la Xunta
– El Confidencial – Arde Galicia: los árboles no votan en referendos ni ondean banderas
– Civio – Galicia en llamas: el mapa de una tragedia
– Civio – Los árboles no votan
– El País – La zona de más producción forestal apenas sufre fuegos
– El País – Trabada, el municipio de Galicia que no conoce los incendios
– Falta de ingeniería – LOS INCENDIOS FORESTALES EN GALICIA
– Agrobyte – Eucalipto
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